Mucho se habla del «Big Data» y la inteligencia artificial, los próximos caballos de batalla de las grandes empresas tecnológicas que prometen una nueva revolución tecnológica. No obstante, es un sector que todavía está muy verde. En algo tan simple como ofrecer la posibilidad de no ver los spoilers cuando navegamos (un spoiler consiste en desvelar una parte importante de la trama de una película, una serie, un video-juego o un libro) y mejorar así la experiencia de los usuarios
Y digo algo tan simple porque, actualmente las empresas tecnológicas, especialmente aquellas detrás de las redes sociales más utilizadas (como Facebook o Twitter), poseen información tan detallada sobre nuestros hábitos de navegación que son capaces de conocer nuestros gustos e incluso deducir así rasgos de nuestra personalidad. Esta información se usa, principalmente, para proporcionar publicidad más efectiva para los anunciantes y, se supone, menos molesta para los usuarios. Para poco más.
No no nos engañemos, los spoilers se han convertido en una forma de publicidad gratuita. Contribuyen a incrementar las expectativas sobre cualquier producto y convierten a todos aquellos que los esgrimen en una suerte de evangelizadores de la marca. Porque si alguien lee un comentario en una red social sobre un elemento esencial de la trama del último capítulo de la serie de moda (por ejemplo, Juego de Tronos), aunque no lo haya visto y le fastidie la sorpresa, muy difícilmente de ver la serie por ese motivo. Y si, por el contrario para él no es un spoiler pues ya había visto el capítulo, es una forma de iniciar una conversación, algo muy buscado en cualquier forma de publicidad.
Aún así, hay muchos usuarios que no quieren que las redes sociales marquen el ritmo de consumo de su ocio. A día de hoy, estos «esquivadores» de spoilers, tienen 3 opciones:
- La más drástica: Dejar de utilizar las redes sociales, y en cierta medida modificar sus hábitos de navegación web hasta que haya visto el capítulo en cuestión.
- De-suscribirse, «mutear» o hacer «unfollow» a aquellas cuentas a las que seguimos en las redes sociales más susceptibles de hacernos «spoiler».
- Utilizar extensiones como Gatekeeper para Google Chrome o ProCon Latte Content Filter para Mozilla Firefox que, con mayor o menor efectividad, filtrarán el contenido de nuestra navegación.
La elección de estas opciones responderá, en gran medida, a la sensibilidad de los usuarios a los spoilers. Sencillamente, hay personas para las que enterarse con antelación de cualquier detalle de la obra resulta catastrófico. Sin embargo otras, incluso navegan por foros o redes sociales después de ver un capítulo, incapaces de resistir el cliffhanger, la intriga de tener que esperar para saber «que pasará». Aún así, ninguna de estas opciones es 100% efectiva para evitar un spoiler (por ejemplo, Gatekeeper filtra la web de Facebook, pero no su app) y, además, pueden suponer un perjuicio económico para las webs a las que estamos suscritos y de las que consumimos publicidad.
¿La mejor solución para acabar con los spoilers?
A día de hoy, no existe. Lo ideal sería que fueran los propios servicios de Facebook, Twitter y Google, quienes permitan filtrar el contenido que deseemos. Conocen nuestros hábitos de navegación y muy probablemente ya poseen la tecnología necesaria para establecer correlaciones entre términos, idiomas e incluso imágenes, al fin y al cabo es algo similar a lo que usan para mostrar publicidad personalizada .
Imagino, no obstante, sus reticencias: muchas de las páginas web que tratan sobre series, películas, video-juegos o libros, verían reducido su número de visitantes a ciertos artículos y, por tanto, sus ingresos. Sin embargo, en esta época en la que parece que si no ves, lees o juegas a algo en cuanto sale, te lo estás perdiendo, eso es mejor solución para evitar que los usuarios tomen medidas más drásticas como dejar de acceder a las redes sociales o visitar ciertas webs.
Los usuarios deberíamos ser los reyes. Internet ofrece una libertad para consumir contenidos inédita en la historia de la humanidad. Las grandes empresas tecnológicas no deben permitir que el resto de la industria de ocio arruine esta libertad y resulta deleznable que ninguno de los grandes ofrezca soluciones a este problema.