No soy ningún experto en economía. Hoy en día esa clase de fauna abunda, en manadas, en las cafeterías de media España. Pero como dice el bueno de Harry, «la opinión es como el culo; todos tenemos uno». Así que ahí va la mía sobre la crisis económica actual.
Empecemos con algunos antecedentes. En España, el foco principal de la crisis económica se originó al explotar la burbuja del ladrillo. La gente pedía créditos para comprar más y más inmuebles (a menudo sin otro objeto que la especulación) y el aumento de la demanda, unido a una legislación que favorecía al sector de la construcción, provocó que los precios subieran durante muchos años. Hasta el punto que en el año 2006, para pagar el precio medio de una vivienda en España se precisaban 42 años y 5 meses del salario mínimo interprofesional. Para que os hagáis una idea, en 1985 el precio medio de la vivienda era de “tan solo” 12 años y 2 meses del salario mínimo interprofesional.
Para acceder a los carísimos bienes inmuebles (a veces para ser utilizados como vivienda, a veces como mero instrumento especulativo), los españoles pedían créditos. Y debido, sobre todo, a los prestamos internacionales provenientes de entidades financieras estadounidenses, la banca española empezó a concederlos a diestro y siniestro, con unos requisitos que posteriormente se han revelado absolutamente insuficientes. No obstante, llegó un momento en el que dejaron de prestar dinero y la burbuja explotó… ¡POF! El problema es que esta burbuja tenía ya el tamaño de un hongo nuclear y se llevó por delante toda la economía española. ¿Qué pasó? La Banca ya no concedía hipotecas. Eso provocó que la especulación se cortara de cuajo pero también que miles de trabajadores de la construcción perdieran su empleo. Obviamente, la caída de un sector de tal magnitud, tuvo un efecto dominó en muchos otros sectores de la economía. Y así llegamos a la situación actual, donde la tasa de desempleo a alcanzado valores estratosféricos. Y cuando la gente no trabaja, cuando no tiene un sueldo, simplemente no paga. Se ha multiplicado exponencialmente el impago de créditos.
Siempre hay que tener presente, no obstante, que un banco es una empresa. Por tanto, su objetivo es hacer dinero. Y si alguno no lo recuerda, el principal método de un banco para hacer dinero es prestar una cantidad determinada, para recibir, al cabo de un tiempo, una cantidad mayor. Como empresa especializada en este tipo de actividad, si quiere ser viable, debería asegurarse de prestar dinero en las cantidades adecuadas y a las personas adecuadas. Después de todo, el interés al que conceden el crédito varia, entre otros aspectos, en función del riesgo que asumen. Sin embargo han actuado de un modo negligente, cegados por su avaricia y por el interés de obtener un beneficio inmediato, concediendo créditos a quien no debían, como a los famosos “NINJA” (No Income, No Job, No Assets – Sin Dinero, Sin trabajo, Sin recursos). Normalmente, cuando una empresa lo hace tan mal, quiebra y a otra cosa. Nadie suele venir a su rescate, pero los bancos, son entes diferentes…
“La culpa es de la gente, que ha vivido por encima de sus posibilidades”, dicen, entre otros, muchos banqueros. Bonito cuento chino que nos intentan hacer tragar por el otro agujero. Las personas son responsables de sus deudas, pero no de las del resto de la sociedad. Cabe decir que seguramente muchos de estos individuos que ahora se enfrentan a situaciones precarias han vivido por encima de las posibilidades, pero solo porque la Banca, y el Estado como cómplice doblegado a su voluntad, lo han permitido. Después de todo, los morosos no se han gastado otro dinero que previamente no le haya sido, con inusitada frecuencia, ineptamente otorgado. No hay que olvidar que el individuo es muy inteligente, pero la masa es completamente estúpida y no ha hecho más que seguir la corriente que los bancos han marcado prestando dinero a quien no debían prestar.
En nuestro estado de derecho, uno responde de sus deudas con todos sus bienes, presentes y futuros. Y si, aún así, sigue sin poder afrontarlas, es el acreedor quien debe asumir las consecuencias de la valoración que ha hecho del riesgo. Después de todo, en eso consiste su negocio. Sin embargo, lo que en realidad pretenden es que toda la sociedad paguemos el pato de su incompetencia a través de subidas de impuestos, y de recortes de prestaciones y de derechos. Un buen ejemplo de ello es ese menoscabo de derechos al que algunos llaman, en un tono que casi suena jocoso, Reforma Laboral.
¿La solución idónea? La desconozco.
¿La solución adoptada? Qué paguemos los de abajo, que todos rescatemos a un puñado de empresas (los bancos) de incompetencia manifiesta. Así yo también soy banquero. Total, si fracaso ya vendrán a rescatarme. Negocio redondo… A nuestra costa.