Mucho se está hablando últimamente del «internet de las cosas», especialmente de las prendas de vestir «inteligentes», como pulseras o relojes que, entre otras funcionalidades, prometen monitorizar y analizar nuestros hábitos físicos para, en definitiva, mejorar nuestra vida. Sin embargo, ya hay diversas empresas trabajando en algo que promete ir más allá: dispositivos electrónicos que se integrarán en nuestro propio cuerpo de un modo mucho más transparente que cualquier gadget o prenda de ropa.
Sin embargo, tal vez la aplicación fundamental de estas nuevas tecnologías resida en el sector de la seguridad, concretamente en las identificaciones de los usuarios (los omnipresentes «logins»). Desde los passwords utilizados en informática, hasta la clásica identificación visual comparando nuestra apariencia con la de una fotografía (como la que aparece en los DNI), en general todos los mecanismos de autenticación, suponen una solución poco amigable y a menudo de escasa eficacia para un problema cada vez más común: el demostrar que somos quien decimos ser y/o estamos autorizados para acceder a un determinado producto, servicio o lugar.
Afortunadamente, ya existen en el mercado importantes avances en este campo. Apple ya ha lanzado un modelo, el iPhone 5S, que incorpora un sensor de huellas dactilares que pretende facilitar la autenticación de los usuarios, y minimizar las veces que un usuario tenga que introducir sus credenciales. Presumiblemente toda la próxima generación de teléfonos Android seguirá el mismo camino.
No obstante, existen otras iniciativas que, aunque algo más lejanas, resultan más interesantes que la apuesta de Apple:
Tatuaje digital de Motorola
A pesar de haberlo popularizado Motorola (o sea, en Google), en realidad se trata de una tecnología de la empresa MC10 consistente en un tatuaje electrónico capaz de ser reconocido por sensores dedicados.
Dicho tatuaje es resistente al agua, a los pliegues y a las deformaciones que puede sufrir la piel humana.
Sus utilidades transcienden más allá de la mera identificación de usuarios, permitiendo multitud de aplicaciones, tanto en el sector civil como incluso en el militar. Por ejemplo:
- Monitorizar ciertos aspectos relacionados con la salud como son el ritmo cardíaco, la temperatura o los niveles de hidratación del usuario.
- Ser usado para desarrollar una especie de manos libres silencioso, ya que el sistema podría detectar los movimientos de nuestra garganta, con lo que un sistema podría interpretar lo que queremos decir, sin necesidad de hablar.
- Utilizar nuestros pensamientos, ya que el tatuaje sería capaz de detectar los cambios que se producen en el cerebro dependiendo de lo que pensamos, para interactuar con alguna máquina. Puede sonar a ciencia ficción, pero ya se ha experimentado con tecnología similar para pilotar drones.
Pildora Proteus
También resulta interesante resulta, aunque quizás más orientada al sector médico, la píldora desarrollada por Proteus Digital Health. Esta pastilla, una vez ingerida y gracias a la energía producida por nuestro propio cuerpo, emite una señal inocua pero reconocible por un sensor especializado (el cual se asemejaría a un simple llavero) que, a su vez, emite otra señal reconocible para cualquier smartphone con bluetooth. Estas son algunas de sus funcionalidades:
- Permanecer automáticamente identificados en todas las aplicaciones de nuestro teléfono. Dicha autenticación quedaría revocada si, por ejemplo, perdemos el dispositivo o simplemente nos alejamos de él.
- Aplicaciones en el campo de la medicina, como la monitorización de ciertos procesos corporales. Después de todo, la pildora acabaría siendo digerida por el cuerpo humano como cualquier otro alimento.
Utilizadas para facilitar la autenticación de los usuarios, lo mejor de estas tecnologías, además de no necesitar acción posterior del usuario (son automáticas), es que si alguna pastilla o tatuaje se viera comprometido, bastaría con utilizar otro. Por supuesto podría verse comprometida la propia tecnología en sí, pero esa es otra cuestión. Me explicaré con el caso del sensor de huellas dactilares del iPhone 5S. Dicho sensor funciona generando un código único para cada una de las huellas dactilares escaneadas. Apple ha jurado y perjurado que esta información no sale del teléfono, no se transmite a ningún sitio. Pero viendo su servilismo para con la NSA yo no me fiaría demasiado. Eso sin tener en cuenta que, si de algún modo (recordemos que ninguna tecnología es 100% segura), alguien pudiera acceder a los códigos de las huellas de un usuario determinado, podría utilizarlos para autenticarse en su nombre. El problema está en que, a diferencia de un password, las huellas dactilares no pueden cambiarse, por lo que el peligro es mucho mayor.