Ayer día 21 de Octubre, coincidiendo con el paro de tres horas convocado por los secretarios judiciales, un gran número de jueces y magistrados no ejercieron sus funciones públicas, provocando la suspensión de todos los juicios previstos para ese día.
Así protestaban contra una intromisión inédita hasta ahora en la democracia española, cuando el ministro de Justicia, la vicepresidenta y el propio presidente Zapatero presionaron al máximo órgano de representación del tercer poder, el Consejo General del Poder Judicial, para que estimase el recurso interpuesto contra la sanción impuesta al magistrado del Juzgado de lo Penal número 1 de Sevilla.
No voy a entrar a valorar la supuesta negligencia e incluso desidia con la que actuó este magistrado, pero me parece demasiado peligroso que el gobierno pretenda quebrar un principio tan básico del estado de derecho: la separación de poderes.
Para aquellos ajenos a este concepto, intentaré daros cuatro pinceladas sobre el mismo.
La Democracia supone que el pueblo elige a sus propios representantes. Deja de haber pues, un rey «por la gracia de Dios». Estos representantes son las que ejercerán las funciones del poder del estado que son tres: legislativa, ejecutiva y judicial.
Parece bastante lógico pensar que para que estas tres funciones se ejerzan correctamente, su titularidad se encuentre en manos de diferentes organismos que no dependan entre sí, más que nada por aquello de garantizar la independencia, la objetividad, la imparcialidad y evitar esas tentaciones tan humanas de corrupción.
Pues bien, ahora van nuestros iluminados políticos (el poder ejecutivo) y deciden, probablemente inspirados por el populismo tan necesario en estos tiempos de crisis, que el poder judicial no actúa correctamente. Al margen de lo acertada o no de la decisión del Consejo General del Poder Judicial, no puede el gobierno, imponer un criterio sobre algo que, en definitiva, no le atañe. De permitirlo, abriríamos una brecha demasiado peligrosa en la ya maltrecha democracia.
Espero que este hecho se quede en una anécdota, en un toque de atención sobre un sector, el de la justicia, que ya hace demasiados años que precisa de atención; por todos es conocida la lentitud de los asuntos jurídicos, lentitud generalmente provocada por la saturación de los tribunales.
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Muy bien explicado 🙂
Me alegro que te haya gustado.
A veces alucino como semejante barbaridad del gobierno ha tenido tan relativamente poco eco.
Por cierto, mañana te enviaré aquello.
Por cierto, ya me dirás que te parece el nuevo diseño.
😉