En esta época de redes sociales y datos en «la nube», las empresas intentan convencernos de las bondades de sus servicios; de que nuestros datos están están más seguros que nunca y que debemos confiar en sus servicios para guardar y publicar nuestra información. Craso error. No somos más que un saco informe del que obtener datos personales con los que lucrarse. Todo lo demás, es accesorio.
Recientemente, además de verse envuelta en polémicas sobre censura de pezones y demás, Instagram modificó el límite máximo de caracteres permitido por cada comentario que los usuarios pueden escribir en cualquier foto publicada en esta red social. Hasta aquí todo perfecto; todas las empresas tienen el derecho de modificar los servicios que ofrecen según sus propios intereses. No obstante, y aquí viene lo deleznable, pues no solo prescindieron de cualquier aviso del mencionado cambio, sino que han decidido suprimir aquellos comentarios publicados ya existentes que superasen el nuevo límite de caracteres. Para más inri, he revisado la página de términos y condiciones de Instagram, y en ningún sitio mencionan la nueva limitación (como curiosidad, la última actualización de los mismos corresponde al 2013).
¿Y a qué viene esta queja? Pues que dicho cambio me ha afectado de lleno. Desde hace algún tiempo venía utilizando esta red social para acompañar cada una de mis fotos con una pequeña historia (aquí podéis ver a lo que me refiero). Y puesto que en el texto de la foto no se permiten más de 2200 caracteres (aproximadamente), en ocasiones desarrollaba la historia de una determinada instantánea a través de sucesivos comentarios en la misma. Anteriormente los comentarios tenían la misma limitación que el texto que acompañaba a la foto (o sea, unos 2200 caracteres), pero ahora parece ser que han sido limitados a 300 caracteres y han tenido la desfachatez de eliminar aquellos comentarios ya publicados que excedían esta longitud. Lo peor de todo es que la única mención que he encontrado acerca de estas limitaciones por parte de Instagram es en una página destinada a desarrolladores de apps de terceros que usan su API, pero nada dirigido a usuarios finales. Esta falta de transparencia de la red social de fotografía más utilizada del mundo resulta poco menos que patética.
Ejemplo de una de las fotos cuya historia ha sido mutilada.
La historia original aquí.
He intentado ponerme en contacto con la empresa, a través de su página de soporte y mediante Twitter pero ha sido inútil, no se han dignado a contestarme.
¿Tanto les costaba haber notificado con antelación los cambios? ¿Acaso no tienen los medios técnicos para informar a los usuarios afectados de que su contenido será borrado? Experiencia nefasta.
Afortunadamente, y para quien le pueda interesar, guardo todas las historias publicadas antes de ser borradas en Instagram, en la sección relatos de este blog.