El 25 de abril de 1986 la ciudad de Chernóbil (Ucrania) padeció el mayor accidente nuclear de la historia. La cantidad de material radiactivo liberado en aquel incidente fue 500 veces mayor que el liberado por la bomba de Hiroshima.
Todo sucedió como consecuencia a un experimento fallido, un experimento que, paradójicamente, debía servir para mejorar la seguridad de la central. Desgraciadamente la explosión del hidrogeno acumulado en uno de sus reactores provocó la muerte directa de 31 personas, pero lo peor todavía estaba por llegar. Como si de una maldición literaria se tratara, durante todos estos años, no solo han continuado muriendo personas que estuvieron expuestas a la radiación, sino que sus hijos han nacido con taras y crueles deformidades.
El fotógrafo Robert Knoth y la reportera Antoinette de Jong han documentado las enfermedades y transtornos producidos por la radiación de Chernóbil en la población de la zona desde 1999. Y en la página de Pixelpress.org podéis acceder a Nuclear Nightmares, el resultado de su trabajo.
Aquí os dejo algunas muestras:
Por cierto, resulta vergonzosa la miserable actuación del gobierno soviético que permitió que los habitantes de zonas lo suficientemente cercanas como para que sus aguas fueran contaminadas, continuaran bebiendo, lavando y cazando en aquellos ríos y lagos radioactivos, siendo responsables de perpetuar varias generaciones de habitantes enfermos y deformes.
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hola me llamo ramon todo esto es inpresionante por k paso todo eso no entiendo por k paso