Código 46

«Pronto será de noche, está amaneciendo.»
María González. Código 46

Interesante film de Michael Winterbottom. Y digo interesante no por la historia de amor entorno a la que gira toda la película, que, dicho sea de paso, es un tanto predecible, sino por la particular visión de un futuro próximo y verosímil.

El código 46 es una norma prohíbe la procreación entre parejas que compartan al menos un 25% de material genético. Cosa relativamente común en una epoca donde la clonación y la fecundación in-vitro están a la orden del día. Si se producen este tipo de embarazos vetados, serán inmediatamente interrumpidos, y si los sujetos no conocían su vinculación genética, se borrarán de su memoria todos los recuerdos referentes a su respectiva pareja. Será como si nunca la hubieran conocido. En cambio, si pese a conocer la violación del código 46 siguen adelante con una concepción prohibida, se enfrentarán a cargos criminales.

En este marco tan restrictivo, Winterbottom perfila una sociedad donde las autoridades ejercen un elevado control sobre las personas, en especial sobre su libre circulación. Y es que las diferencias entre el primer mundo, altamente fiscalizado, y el tercer mundo, caótico y descontrolado, son mucho más pronunciadas que en el Mundo Real. Cualquier intento de emigración y sobretodo de inmigración hacia el primer mundo está muy vigilado y restringido. Aunque vista nuestra sociedad actual, en según que regiones, la realidad no dista demasiado de la ficción. Precisamente, uno de los peores castigos a los que puede someterse a un ciudadano del primer mundo es ser desterrado al exterior, al tercer mundo.

No faltan tampoco los gadgets de turno, perfectamente integrados en los hogares de la época. Son cosas que ya existen, como pantallas táctiles, identificadores digitales del huellas dactilares, marcos de fotos digitales y tal. Pero es su integración incluso en las viviendas más humildes lo que sumerge al espectador en el futuro.

El sol es tan dañino para las personas, que toda la vida transcurre de noche. Durante el día, la gente duerme y evita en la medida de lo posible salir al exterior. En definitiva, el día se ha convertido en noche, y la noche en día.

El idioma aparece como un producto más de la globalización. En él que hablan los protagonistas se mezclan con naturalidad expresiones populares de otros idiomas. Me parece positivo. Si pudiera existir un sustrato universalmente conocido de todos los idiomas que nos permitiera comunicarnos con cualquier habitante del planeta, conciliaríamos los dos grandes problemas del lenguaje humano: la maldición de babel y la conservación de una identidad propia.

Finalmente, otro factor a destacar es la visión de las drogas (denominadas virus). Las drogas proporcionan habilidades especiales como cantar bien o tener una empatía casi mística. Sin ir más lejos, William, el personaje encarnado por Tim Robbins, utiliza este «virus de empatía» para adivinar en que piensan las personas… bastante inverosímil.

ATENCIÓN SPOILER

Al final de la película, William es privado de una parte de sus recuerdos, concretamente de todo lo relacionado con su amante, María González. Su mujer se entera de todo, tanto de su aventura, como de su amnesia parcial y provocada. Pero la fiel esposa, con toda naturalidad y estoicidad, decide seguir la corriente, vivir con la mentira y mantener al coherencia de la amnesia de su marido, o sea hacer como si su marido nunca la hubiera engañado. Realmente, en la memoria de William, nunca ocurrió. Después de todo, ¿que importancia tienen los hechos acontecidos si no hay nadie que los recuerde?