«Las Vegas es un lugar que limpia los pecados de los tipos como yo. Es un túnel de lavado para la moral. Hace por nosotros lo que Lourdes hace por los jorobados y paralíticos.»
Ace – Casino, de Martin Scorsese.
Un casino es una hoguera enorme cuya lumbre se alimenta de las falsas promesas de dinero y calor. Como buen epicentro pseudo místico de desenfreno ancestral y pagano, está rodeada de gente y de corrientes, unidireccionales eso sí, de riquezas condenadas al sacrificio. Cientos de almas acuden a ella con la esperanza de calenarse, de pasarlo bien, de ser parte de esa aventura engrandecida por el cine o la literatura.
Sin embargo esa hoguera solo puede permanecer caliente arrojando dinero a ella, e independientemente del dinero que se arroja, ni si quiera calienta, tan solo proporciona un implacable sentimiento de derrota que entra dentro de cada jugador en forma de densa y negra humareda, cegando el conocimiento y asfixiando el sentido común.
Toda ésta metafórica introducción viene porqué durante mis pasadas vacaciones estuve por primera vez en un casino y, como no, salí escaldado. Pese a no gastar demasiado dinero (70 €), la sensación de derrota es a la par que frustrante, peligrosa, pues inevitablemente siembra un ansia por recuperar las pérdidas arrojando más dinero a la hoguera. Por si fuera poco, y siendo consciente que probablemente suena a excusa de mal perdedor, la sensación de haber sido timado, todavía permanece latente. No es solo la nefasta racha de que salieran nueve negros seguidos en la ruleta sino que, despues de esto, justo al sentarme en la mesa de blackjack, cualquier nímia esperanza que permaneciera en mi ilusión se desvaneció cuando la veloz crupier consiguió tres blackjack’s consecutivos.
No soy matemático, pero estoy seguro que las posibilidades de semejante despropósito son verdaderamente escasas, muy escasas. De todas formas he estado informándome sobre probabilidades, estadística y tal, y me he topado con la «Ley de los Grandes Números» que viene a decir algo así como «cualquier hecho, por muy improbable que sea, acabará sucediendo si se espera el tiempo suficiente«. [mode pataleta=on] Pero a penas estuve una hora en aquel antro… ¡una hora! [mode pataleta=off]
Los juegos de azar se basan en matemáticas y con los números en la mano, las empresas que los albergan, siempre tienen las de ganar. Por eso la única forma de jugar con garantías es consiguiendo mayor ventaja que la banca. Ya lo lograron en su día los Eudaemons, una banda de hackers, matemáticos y físicos que allá por la década de los 70, consiguieron ganar enormes sumas de dinero en varios casinos de Las Vegas utilizando para ello primitivos ordenadores ocultos en sus zapatos con los que que calculaban los números más probables en aparecer. Y en el ámbito nacional tenemos a la familia Pelayo, que ganño más de cien millones de pesetas en la ruleta de diferentes casinos Europeos, para ello antes de apostar estudiaban miles de jugadas comprobando que, probablemente debido a ciertas imperfecciones físicas de las ruletas, había números que aparecían más que otros. Además, salieron victoriosos de varias batallas legales contra el Casino de Madrid cuándo este intentó, vanamente, prohibir su entrada.
Por cierto, seguro que muchos de vosotros conocéis la técnica de la Martingala. Esa estratagema que se anuncia como mágica en multitud de popups a lo largo y ancho de la red. Esta técnica se basa en apostar siempre en la ruleta, al rojo o negro, o par o impar doblando la apuesta siempre que perdamos. De esta forma, parece que nuestras garantías de victoria son irrefutables, sin embargo esta técnica está condenada al fracaso por diferentes motivos:
– Resulta demasiado probable acabar topándose con largas rachas negativas de rojo o de negro, o de par o de impar para las que sería necesario disponer de una cantidad demasiado elevada de dinero para conseguir recuperar el dinero perdido.
– Y la más importante, puesto que de no existir, ciertas personas con mucho dinero podrían proponerse acabar con un casino entero: las mesas de ruleta tienen límite de apuesta. Entonces llega un momento en el que, ante una racha de números negativos, resulta imposible recuperarse pués la cifra que deberíamos apostar acaba superando el límite de la mesa.
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pero además tan solo ganas, con la táctica de la martingala esa, la apuesta inicial, es decir, si apuesto 1 €, al final solo ganare 1€, de manera que para poder ganar una cantidad decente, imaginado que no nos pusieran limite deberíamos, apostar 1000 € o así con lo que si perdiéramos necesitaríamos unas cantidades indecentes para poder intentar no perder, todo esta estudiado, incluso le dieron la vuelta al sentido de giro de la bola para no tener tantas repeticiones
Omar te has equivocado de carrera… ;D math rlz!
ole men pille yo encontre algo mas interesante q todo lo que ud a nopmbrado ahy uanmanera de hacer trisas alos casinos solo se nesecita superar
esto el conocimiento y asfixiando el sentido común.
lo q ud sdice es verdad pero no se de por vencido yo le puedo dar un par de consejos mi correo es ronaldsierraf@hotmail.com vemos