El cine ha muerto. Con comentarios tan lapidarios como estos, gran parte del mal llamado sector cinéfilo se ha desquitado con Avatar, la última obra del canadiense James Cameron. Es cierto que Avatar cuenta una historia poco original, una historia que toma fragmentos e ideas de aquí y allá, desde Pocahontas hasta Matrix, y que, en todo momento, resulta predecible. Pero en esta ocasión poco importa, porque cuenta una historia de siempre, como nunca antes se ha contado.
Gracias a una impecable factura técnica y a una utilización sin igual de las tres dimensiones, muestra un mundo de ficción, el planeta Pandora, de la forma más atractiva que se ha visto nunca. Por ello, y pese al incremento de precio que supone, recomiendo encarecidamente ver la película en formato tridimensional (vamos, con gafas 3D). Yo la vi en formato Dolby 3D y es una experiencia fantástica. Las casi tres horas de películas saben a poco y cuando termina, uno se queda con más ganas de sumergirse en la onírica Pandora…
Sin embargo, a pesar de las virtudes de este formato, la tecnología utilizada todavía tiene un largo camino que recorrer. Aqui os dejo algunos inconvenientes o puntos flacos del sistema:
- Sería conveniente una mayor luminosidad, brillo, y, sobretodo, un mayor contraste. El color negro no es lo suficientemente negro. A veces se produce un efecto que recuerda a cuando mirabas un monitor antiguo desde cierto ángulo que los colores oscuros perdían contraste.
- Los efectos de desenfoque o de profundidad de campo aplicados a ciertos planos deben ser replanteados o quizás incluso eliminados, pues es la propia vista humana quien ya desenfoca los elementos que se encuentran fuera de nuestro punto de enfoque. De esta forma, se mejoraría la sensación de tridimensionalidad, dejando al espectador que enfoque de forma natural (como en la vida real), aquello que quiere enfocar.
- Las gafas proporcionadas por los cines pueden llegar a ser un poco incómodas, sobretodo para aquellas personas que ya llevan gafas, puesto que tienen que utilizar ambas (unas encima de las otras).
- El incremento de precio respecto a la entrada «no 3D», de 2,50 €, es excesivo. Con la adopción del euro, los precios de los cines subieron drásticamente y esta nueva subida no justifica, en absoluto, la nimía infraestructura requerida para disfrutar de una visualización tridimensional.
De todas formas, la película en sí es todo un espectáculo (a nivel visual). Es cierto que el argumento es previsible y no deja de ser una copia descarada de otras historia (especialmente de Pocahontas), pero aún así viste semejante despliegue que no defrauda.
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0 comentarios
7 euros… poco impactante
eso si mas realista.. xo las balas no te venian..
acababas aburrido asta de las gafas
larga… muy larga
Una cosa está clara: se trata de una película que, para bien o para mal, no deja indiferente.
Está claro que la tecnología de visualización 3D tiene que mejorar, pero me parece un fantástico comienzo.
Peliculón!