Uno de los rasgos distintivos de la belleza femenina en la época Victoriana fueron las largas melenas. No solo era un símbolo de belleza, el cabello se convirtió en una expresión misma de la feminidad, siendo consideradas pecaminosas y poco dignas aquellas mujeres que no lo cuidaban con la debida diligencia.
Por otra parte, y debido precisamente a esa expresión tan femenina, fue para el hombre algo capaz de despertar tanto el deseo y las pasiones como la repulsión. Y se estableció una especie de asociación entre la forma y el estilo de una melena con el propio carácter de la mujer.
Pese a todo, en público, las mujeres Victorianas solían llevar las melenas recogidas, pues mostrar el largo cabello suelto era considerado algo poco pudoroso, impuro y descarado. Únicamente solían llevarlas así en la más estricta intimidad o para servir al arte, como en el caso de las fotografías que ilustran este artículo.
Por supuesto, en años posteriores, cuando la mujer fue tomando un papel más activo en la sociedad, esta tendencia cayó en un pragmático desuso.