Y que lamento la pérdida de la juventud cuando solamente añoro las delicias que causaron su pérdida… La juventud es como una gran fuente de dulces. Los sentimentalistas creen que quieren volver a aquel estado puro y simple, antes de comerse los dulces. No es así. Lo que añoran es el placer de volverlos a comer. La matrona no desea volver a sus años de soltera sino repetir su luna de miel. Yo no quiero reincidir en mi inocencia. Solo añoro el placer de volverla a perder.
Amory Blaine. A este lado del paraíso, de F.S.Fitzgerald.
Es curioso comprobar como, a través de su obra, muchos escritores van relatando también lo que será su propia vida. Hay autores que pueden escribir un sinfín de historias diferentes, pero a menudo, en todas ellas, se esconden los mismos anhelos y temores, repetidos una y otra vez, como si en el papel, trataran de dar respuesta a un enigma que no pueden resolver en vida. Francis Scott Fitzgerald, es un magnífico ejemplo de esta tendencia. Escribió «A este lado del paraíso», su ópera prima con tintes auto-biográficos, cuando solo tenía 23 años, y en ella, ya aparecen reflejados los temas seguirá, no solo la mayor parte de su obra posterior (como El Gran Gatsby), sino también, su propia vida.
[amazon box=»8420683612″ template=»list»]«A este lado del paraíso» está ambientada en las primeras décadas del siglo XX (la «Belle Epoque» y «Los felices años veinte») y narra la el aprendizaje, en un sentido más allá de lo académico, el joven Amory Blaine. Inteligente y sensible, pero también egolatra y pedante, Amory intenta, con escaso éxito, encontrar su lugar en el mundo. A pesar de su privilegiada educación, donde destaca la narración del ambiente elitista universitario así como la edad dorada de los clubs de jazz, su vida parece constantemente inundada por un torrente de melancolía y pesimismo (o quizás realismo) que lo arrastran a una decepción tras otra, ya sea en el plano sentimental o incluso moral, donde las mencionadas decepciones hunden al protagonista en épocas oscuras en las que es incapaz de sentir el menor atisbo de compasión o esperanza.
A destacar también la amalgama de estilos e incluso géneros que inundan la novela. Y es que el bueno de Fitzgerald, salta magistralmente de la poesía al teatro o el relato epistolar, pasando por una suerte de narrativa, casi a modo de diario, que evoca a algunas obras posteriores como la archiconocida «En la carretera» (On the Road) de Jack Kerouac.
Para quién es «A este lado del paraíso»:
- Para quien quiera sumergirse en el ambiente de los club de Jazz de los felices años 20.
- Para quien no tenga miedo a las respuestas que esconden ciertas preguntas universales como «¿Qué sentido tiene la vida?»
- Para quien quiera disfrutar de varios estilos de lectura magistralmente escritos.
Para quién no es «A este lado del paraíso»:
- Para quien busque una lectura rápida y ligera.
- Para quien busque con una trama más concreta. Esto es un relato sobre una época concreta de un personaje. Aquí no hay más enemigo ni mayor anhelo que la propia vida.
- Para quien no quiera conocer la desolación que se esconde tras ciertas preguntas universales