Surge de nuevo la sombra bañada de oscuridad. Su esqueleto desnudo, recubierto solo por el vestigio de la podredumbre se adentra en el vestuario de la hipocresía. Rebusca prendas con las que salir al mundo, un disfraz idóneo para acercarse como un rayo de luz en las tinieblas y poder así, con la más baja alevosía, asesinar de un plumazo sueños y esfuerzos.
Frustraciones cotidianas, mi pataleta particular.
Nota: El hermetismo de la entrada, es voluntario e inamovible.