Es algo extraño. La calma de la noche, el alcohol masajeando el interior de las venas, y de repente rodeado por la soledad de la multitud, su abrazo ferviente surge de la nada y te eleva con una fuerza casi mística. Ha roto el silencio, el tuyo y el del resto del mundo. Te posee. Sus gritos susurran en tu memoria recuerdos ya olvidados y el aliento de los que te rodean marcan la cadencia agitada de tu propia respiración. La realidad explota al ritmo de una palabra: ¡¡¡Deltoya!!!
El otro día estuve en un concierto de Extremoduro y la verdad es que fue una más que grata sorpresa. Pese a que no era la primera vez que los veía en directo, tenía su música, omnipresente en otra epoca, un poco olvidada.
Además, salvo tres canciones del disco nuevo que todavía no he escuchado, el repertorio escogido fue, permitidme el calificativo, mítico. Amén de la interpretación, especialmente inspirada.
En definitiva, uno de los mejores directos que recuerdo.
Mención especial merecen los efectos de luces que, para ser de un grupo de alcance casi exclusivamente español y, dígamoslo así, alejado de la vertiente comercial del nuevo pop español (léase «Triunfitos») rayó un gran nivel.
Lo dicho, si tenéis la oportunidad de verlos en directo, aprovechadla. Pese al letargo del grupo (hacía años que no lanzaba nada nuevo), están en un magnífico estado de forma.