La interpretación humana y la famosa foto de Kevin Carter sobre el niño y el buitre

Actualización: Recientemente se supo que la niña que aparece en la fotografía era, en realidad, un niño Sudanés llamado Kong Nyong y que, en el momento de la fotografía, estaba defecando en un vertedero donde acudían los buitres a comer, a escasos metros de su poblado.

Desgraciadamente, quien podría dar más información sobre el suceso, Kong Nyong, falleció en el 2008 víctima de la fiebre.

La interpretación humana es el proceso mental a través del cual, a partir de un estímulo externo,  llegamos a hilvanar una idea, un pensamiento (o varios), que sirve de explicación a dicho estímulo. Lo fascinante es la variedad de interpretaciones que diferentes personas ofrecen ante los mismos estímulos. Aquello que vemos, oímos o sentimos, o mejor dicho, aquello que creemos ver, oír, o sentir, es también aquello que somos. El reflejo que nos devuelve el espejo de nuestra educación, de nuestros valores, de nuestra personalidad, de nuestra conciencia y de nuestra inconsciencia. Solo así se explica, la polémica que despertó la trágica fotografía de Kevin Carter, sobre la niña y el buitre, por la que en 1994 fue galardonado con el premio Pulitzer.

El suicidio de Kevin Carter

Estoy deprimido… sin teléfono… sin dinero para el alquiler… dinero para ayudar a los niños… dinero para las deudas… ¡¡¡dinero!!! Estoy atormentado por vividos recuerdos de asesinatos y cadáveres y furia y sufrimiento… de niños hambrientos o heridos… de locos de gatillo fácil -a menudo policías-, de verdugos asesinos…
He ido a reunirme con Ken, si tengo suerte.Fragmento de la nota de suicidio de Kevin Carter

Kevin Carter, miembro del denominado «Bang Bang Club«, se suicidó. Dijeron las malas lenguas que fueron los remordimientos por no haber ayudado a la niña co-protagonista de la foto, aquello que lo impulsó a quitarse la vida. Sin embargo el fotógrafo español Luis Davilla, estuvo en el mismo lugar escasas semanas más tarde, y obtuvo una instantánea muy similar a la famosa fotografía de Kevin Carter. Pero lo más importante, es la descripción que hace Davilla de aquel lugar. En realidad, la niña no yacía desfallecida en medio de ninguna parte mientras un buitre la acechaba, sino que simplemente estaba defecando a escasos 20 metros de su poblado, en lo que era una suerte de estercolero para su tribu.

Nadie sabe a ciencia cierta los motivos que llevaron a Kevin a acabar con su vida pero parece muy probable que la morbosa explicación sobre sus remordimientos que se extendió como la pólvora, no fuera verdadera la causa. Él se limitó a inmortalizar un pedazo de realidad del que, en mayor o menor medida, todos somos culpables. La mayoría de nosotros dimos por buena, o por lo menos como probable, la morbosa explicación de su suicidio. Era, tal vez, un extraño modo de aplacar nuestra conciencia, de conjugar nuestro sentimiento de culpabilidad por lo que occidente ha hecho con África, una modo de hallar un mártir que, de algún modo, expiara nuestra culpa. No ha servido de nada.